martes, diciembre 05, 2006

INMERSIÓN

INMERSIÓN


Inmerso en tus labios vaginales
me sumergiré en ese continente extraño y confuso,
que solo tú puedes saber qué es lo que anida allí dentro.

Mis ideas confluirán con las tuyas-en tu páramo de soledad- sin interrumpir tu acervo cultural. Entremezclados sentiremos el palpitar de nuestros corazones y el pulso de nuestros relojes sin joder siquiera a nadie ni a nada, sólo nosotros solos.

Le cantaremos a los eslabones de la demencia, a las hamadríades del bosque descantado y a todos esos lunáticos estereotipados que alberga el hospicio mental. Morada del que fue expulsado Dios y el Diablo se resignó a rezar porque este mundillo globalizado ya no cree en nada.

Déjame entrar tan solo una sola vez, siquiera.
Déjame sentir tus latidos aunque sea por una milésima de segundo.
Déjame crearte para sí erigir una estatua de papel periódico nombrándote reina del universo escarlata. Aunque sea sé parte de tu propio universo por esta undécima vez.

Inmerso en tus labios vaginales yacerá por siempre, sin importarme la inexorabilidad del tiempo, mi alma furtiva y mi espíritu pusilánime; masturbándome encima de tus ojos grisáceos, allí estaré.

Tal vez calles o quizá me lances mil diatribas por segundo por haber vanagloriarte, sin saber aun el sino de tu existencia.

Qué sería yo sin tu cándida existencia
No sería más nada que un simple harapiento que le sonriese a los enajenados de las esquinitas lóbregas con luces en sus ojos.

Inmerso por siempre en tu universo a olor matutino de invierno feraz, que vislumbra a los vetustos efebos de las callejuelas sin neón. Yo, sin embargo, te cantaré no de noche, sino de madrugada, a los cuatro vientos y a las cuatro estaciones, vomitando versos descocados y fulgurantes, pronunciando fulminantes palabras te las pronunciaré sin la menor duda.

Nos sumergiremos y nadaremos en tu empíreo sin que nadie nos joda, sin que nadie nos diga qué hacer con nuestras ínfimas y grandiosas vidas existentes. Al primero que nos diga lo contrario le lanzaremos, desde nuestras fauces, flamígeras llamas de desdén, por su maldita intromisión.

Mientras tanto espero que tu fulgurante figura no se difumine por el cielo, y que esos colores que me llenan de algarabía eternal no desaparezcan en el tiempo, que sean quedado tatuados en mi espalda .Te espero sentado en el paradero de los desprotegidos con mi sonrisa que se esconde en mi parche huecudo.