jueves, setiembre 28, 2006

Preludio al vesaniquismo

En la cima de las encrucijadas se escuchaba a lo lejos, el resonante golpeteo de las olas desquiciadas; el zumbido de las abejas; el hablar de las cucarachas; el aullido de los licántropos y más allá de aquella cima se podía observar la danza colosal de las noctilucas en medio de la inmensidad del gentío que, ni aun así, se percataban que las luciérnagas les estaban regalando una danza en gratitud de… Sin embargo, los individuos de la ciudad les era indiferente la danza de las noctilucas.

Mientras tanto, los habitantes (insanos) de la cima excelsa yacían en la tierra color arena buscando las incertidumbres de las leyes de la sin razón y hallando respuestas a sus preguntas, en la tierra de color madera. Todos buscando; todos hallando.

-¿Qué está buscando Sr. Harapiento?

Busco las respuestas a mis preguntas.

-¿Y por qué las busca?

Porque deseo saber el comienzo de mi fin.

-¿Y para qué desea UD. Conocer el comienzo de su fin?

Para responder las inquietudes de mis propias preguntas.

-Veo. UD. Desea escapar del universo.Del todo.

Así es mi estimada beldad.

-Pues siga en su intento de hallar respuestas a sus preguntas.

Los venáticos y venáticas de la excelsa cima danzaban en medio del la circunferencia del agujero negruzco. Ellos y ellas se contentaban con los dibujos que hacían en el cielo, en ese empíreo extraño y difuso. Todos gritan al corazón y aún así, corrían por las excelsas tierras de la cima, despreocupados, distraídos, maravillados, exaltados y abstraídos de cualquier razonamiento impuro; divagaban sin cesar por el monte excelso con todas sus preguntas sin responder. La mierda no existía.

De pronto, el crujido de las cucarachas se dejó de oír, las olas dejaron de crujir en los arrecifes y el aullido de los licántropos ya no se escuchaba. El silencio se incrementó en todo el perímetro de la cima. Todo el sitio era silente, no se escuchaba ni el respirar de los oligofrénicos ni mucho menos el respirar de los animales. Las olas grandísimas invadieron la ciudad, la inmensidad de la marea tragó a los habitantes. Todos quedaron atónitos cuando vieron que las olas entraban a la ciudad (de habitantes sanos) y cómo estas se tragaban a por doquier a sus conciudadanos. Pero los únicos que se salvaron fueron los desprotegidos, los avasallados por sus ideas extravagantes; los que dibujaban sonrisas en el cielo pudieron salvarse de la hecatombe .Sí, ellos pudieron salvarse de tal desastre natural.

Los habitantes de la cima. Aquellos individuos despreocupados que, en algún tiempo atrás, los ciudadanos (sanos) decidieron llevar a los internos del pabellón esquizotrónico a la cima excelsa- como lo llamaban los venáticos y venáticas- porque en la cosmopolita ciudad les molestaba su silenciosa presencia y peor aún, les hastiaba sus miradas, sus actos, su comportamiento- aunque ellos y ellas no hacían nada-.Fueron hechados sin motivo,razón y circunstancia alguna de su hábita,de ese mundo donde ,en un principio,coexistieron con los no-insanos.

-¿Sr.Harapiento ,cree Ud. que la normalidad es mediocridad?

Absolutamente

-¿Por qué?

Pues,entonces no me pregunte por qué soy no-normal.